Resulta curiosa, cuando menos, la reacción de la afición getafense en los últimos partidos de liga. Ha bastado una cena de peñas, con arenga del presidente incluída, para que los sonoros pitos y abucheos en contra del equipo se trasladen en ánimo y aplausos por un sector del público del Coliseum.El fútbol que pone sobre el césped el equipo de Víctor Muñoz fue igual de plano ante el valencia que en el resto de partidos jugados en casa, donde sólo ha conseguido ganar uno, además con un gol en posición dudosa. Al Getafe esta temporada no le gusta el balón, se siente más cómodo viendo jugar al contrario que manejar la pelota. Y eso, a un público acostumbrado a las licencias futbolísticas de Schuster y Laudrup, le sabe a muy poco, a casi nada. De ahí que una mayoría de la afición pague con pitos la racanería de los azulones.
Ante el valencia la cosa fue distinta. Como digo, el equipo no jugó ni mejor ni peor que en otras ocasiones. Eso sí, encajó tres goles ante un Valencia que supo hacer su partido y llevarse con total merecimiento los tres puntos. Pero lo reacción de los más bullangueros fue radicalmente opuesta a la que han venido mostrando frente a rivales de menos lustre que los valencianos.
Todo ello con la vista puesta en la denominada “etapa reina” que va a enfrentar al Getafe a los cinco primeros de la tabla. La estrategia del presidente, de momento, ha dado sus frutos. Con la invitación y el homenaje a la Federación de peñas (la misma que hace meses exhibía pancartas en contra de la figura del máximo mandatario azulón a quien acusaban directamente de hacerles de menos) ha querido rebajar una tensión que iba en aumento, sabedor, quizá, que los pitos contra el equipo podrían volverse hacia el palco en cualquier momento.
Las próximas semanas van a ser un duro test para el equipo y el club, algo que sólo puede superarse a base de puntos. El domingo, el Sevilla marcará la hoja de ruta de todo el mundo.
